Determinar el alcance del poco interés de los padres de familia y su influencia en el proceso de enseñanza aprendizaje de los niños
Abstract
Ser niño es sinónimo de ternura, de inocencia pero también de vulnerabilidad. Si echamos un vistazo atrás veremos cómo el niño a través de la historia de la humanidad de una u otra forma es el resultado de muchas frustraciones del adulto, hasta el punto de crearse primero la sociedad protectora de animales que hablar de los derechos del niño. En épocas remotas se conocía de uniones conyugales o de niños ofrecidos para la satisfacción sexual de personajes pudientes y qué decir del ritual de los Fenicios donde se sacrificaban niños para honrar a los dioses o de la decisión en los nacimientos de acuerdo a la utilidad para una sociedad en lucha, como acontecía en la antigua Grecia. El niño ha sido considerado de una u otra forma un receptor pasivo de las diferentes formas de violencia.
No es raro el maltrato en las diferentes instituciones educativas a pesar de los llamados avances de la humanidad con el gran desarrollo tecnológico, en donde el individuo tiene la posibilidad de recibir gran cantidad de información que debería contribuir a su desarrollo integral. En las instituciones educativas los alumnos presentan diversos comportamientos, desde la pasividad hasta la agresividad, los cuales pueden generar en el docente momentos de tensión, hasta el punto de tornarse inmanejable la situación dentro y fuera del aula de clase.
Es allí donde se oye hablar de los llamados estudiantes “indisciplinados” o “perezosos”, algunos de ellos con comportamientos agresivos no solo hacia sus compañeros sino con los mismos docentes. Otros son conocidos como “los que no les gusta integrarse al grupo o se apartan de el”, y naturalmente ni el uno ni el otro rinden académicamente.
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