dc.description.abstract | Debemos aceptar que, tal como la familia es el agente socializador
básico, al tiempo y habitualmente donde existen conflictos familiares, el
pequeño aprende que las conductas beligerantes representan un
procedimiento eficiente para supervisar a el resto personas y para
efectuar sus deseos. Incluso cuando la persuasión y la negociación
podrían generar iguales o bien mejores tres desenlaces, este no es el
código que muchas familias legan a sus hijos.
De este modo la transmisión generacional se erige en germen de la
violencia en el conjunto social. La relevancia que tiene la familia en este
sentido y en la capacitación de los sujetos lleva a investigar las diferentes
formas en que los conflictos familiares dentro de ella afectan el proceso
de enseñanza aprendizaje de los pequeños, pues así no va a tener la
posibilidad de lograr un desarrollo físico y psíquico pleno y en su futuro
como adulto, no va a poder adecuarse al medio que lo lleve a una
interacción social y productiva.
Es conocido que los conflictos intrafamiliares, lo primero que forma es un
infante patético, sin forma aprehensiva, con una pluralidad infinita de
abusos golpes y maltratos que generalmente favorecen los propios
progenitores y de manera frecuente sin lesión evidente ni protesta pues la
violencia que se ejercita sobre un menor incluye una serie de ofensas que
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van desde los extremos de la violación, el maltrato, la discriminación, y el
abandono, hasta la más sutil y también traidora negación de amor, puesto
que un pequeño que carece sin aguardar nada a cambio sino más bien un
ambiente hostil va a aprender a vivir en los límites y amoldarán su
comportamiento de tal modo que no atraiga la mínima agresividad. | es_ES |